El examen final es la prueba definitiva, es el último paso que tienes que dar para terminar una asignatura, un curso o incluso una carrera. Suele ser algo que viene acompañado de una tonelada de nervios, muchas dudas y miedo por no estar lo suficientemente preparado. Pero, realmente, se puede afrontar con mucha más tranquilidad si se conocen las pautas para aprobarlo.
No es que exista un truco universal, pero sí que hay pequeñas recomendaciones que puedes poner en práctica para que te sea más sencillo superar esta gran prueba. Vamos a explicarte cómo aprobar cualquier examen final con el que te cruces, qué debes hacer y cuándo debes hacerlo.
Qué necesitas para aprobar tus exámenes finales
Prepararse para un examen final no es una tarea sencilla. Es una carrera de fondo, no un esprint, y eso exige que vayas preparándote con bastante antelación. Ten en cuenta que, si tienes una buena progresión a lo largo de todo lo que ha durado el curso, es más probable que esta prueba final te resulte más sencilla. Aunque eso no quita que al final tengas que hacer un esfuerzo extra, ya que este tipo de exámenes suelen abarcar toda la materia que has ido aprendido durante varios meses.
En este punto es normal que muchas veces te encuentres pensando; ¿Cuanto necesito para el final?, algo también imprescindible. Pero debes concentrate y asegurarte de ir recopilando buenos apuntes, ir asimilando la materia necesaria y, por supuesto, tratar de no dejarte dudas por resolver. Son solo algunos consejos que podemos darte, aunque lo más importante te lo vamos a detallar a continuación. Si quieres saber cómo aprobar cualquier examen final, presta mucha atención a lo que vamos a contarte a continuación.
Ten clara la nota que necesitas
Puede que tengas el agobio al máximo pensando que tienes que sacar una auténtica «notaza» para poder superar esta prueba final, pero te recomendamos que, antes de nada, te plantees cuál es la nota real que te hace falta. Ya te lo hemos adelantado antes, pero, si te es posible, procura calcular notas del semestre para tener más claro cómo vas y qué necesitas realmente.
Hay asignaturas y materias que no juegan todas las cartas a un examen y que, teniendo en cuenta pruebas anteriores, proyectos, ejercicios y demás factores, al final exigen una nota inferior para el examen final. Por eso insistimos en que la preparación para estos exámenes es algo que se debe hacer a largo plazo, porque con una buena progresión es muy posible que tengas que esforzarte menos en este último tramo.
Haz media de los exámenes realizados, entérate de cuánto cuentan para la nota final y, por supuesto, de cuánto influye también este último examen. Con eso ya tienes una muy buena base, de hecho, lo tienes fácil si echas un vistazo al enlace de más arriba, que se encarga de hacer las cuentas por ti.
Mantén una rutina de estudio diaria
Puede que esto suene demasiado típico, pero es una realidad que funciona, y está más que demostrado. Si tienes una buena rutina de estudio diario, dedicando al menos un par de horas a asimilar y aprender bien todo lo que se ha ido impartiendo en las clases, luego te resultará mucho más fácil plantar cara a la última prueba de la asignatura.
Vas afianzando tus conocimientos a medida que avanza el curso, vas entendiendo mejor ya no solo lo nuevo que llega, sino también lo que fue llegando antes. Es una genial manera de aprender, repasar y asentar bien las bases que necesitas para dominar la asignatura. De esta forma, cuando llegue el examen final, el esfuerzo a llevar a cabo es mucho menor, porque ya se ha ido diluyendo a lo largo de todo el curso.
Explica lo que estudias a quien conozcas
Parece algo extraño, pero es precisamente una de las razones por las que se recomienda también estudiar en pequeños grupos. Cuando estudias algo y lo dominas, la mejor forma de demostrarlo es explicándoselo a otra persona. Hay que tener perfectamente asimilado algo para ser capaz de simplificarlo y hacer que otras personas lo comprendan.
De hecho, a través de este método, también es posible que la otra persona tenga dudas y te pregunte cosas que quizá no te habrías planteado en relación a la materia que estáis viendo. Eso exige un poco más de tu parte para tener diferentes puntos de vista, pero también para tapar cualquier agujero que pudiera tener la teoría aprendida, evitar lagunas y afianzar mucho mejor todo lo estudiado. Es uno de los métodos que mejor funcionan, sobre todo acompañado del estudio a diario.
Haz exámenes de años anteriores
Hay una forma ideal de saber qué es lo que te espera en el examen final, y eso es hacer exámenes de años anteriores. Ideal para detectar posibles patrones en las preguntas, los contenidos más habituales, aquellos que llevan tiempo sin aparecer y que pueden volver o incluso para poner a prueba tus conocimientos antes de plantarte frente a ese examen definitivo.
Los exámenes de años pasados son algo que, realmente, debe acompañarte a lo largo del curso. Si en ellos hay alguna pregunta relacionada con lo que has dado recientemente, puedes ver si realmente lo has entendido respondiéndola. Cuando llegue el final, podrás tener el examen completamente resuelto por el trabajo de meses y, así, tener las soluciones listas para que, cuando lo hagas desde cero y por tu cuenta, puedas comparar para ver qué tal es el resultado.
Haz también simulacros de examen final
Los simulacros de exámenes son la clave, la auténtica prueba de fuego antes de ponerte manos a la obra con el examen final. Con ellos, aprendes a gestionar tus nervios, a ser más eficiente a la hora de responder a las preguntas y, sobre todo, a controlar el tiempo de la prueba. En un simulacro se debe afrontar un examen con el mismo tiempo disponible que habrá a la hora de hacer el real. Es la mejor forma de saber si estás preparado, y de prepararte para ello.